2007/01/07

Adolescentes envidiables

Giles Tremlett, antropólogo y corresponsal de The Guardian en España, en La Contra (de Ima Sanchís) de La Vanguardia de hoy (no encuentro el link?!):

(En Inglaterra,) los niños aprenden que no deben fiarse de los adultos, y cuando llegan a la adolescencia siguen sin fiarse. Aquí, sin embargo, todavía existe el respeto intergeneracional.
A los ingleses nos sorprende mucho que en las encuestas, a la pregunta de qué es lo más importante en su vida, los adolescentes españoles contesten que su familia.
Nosotros somos muy estrictos con los niños pequeños, queremos que se porten bien en todas las situaciones. Aquí están mimadísimos, pero luego se transforman en adolescentes más sanos que los nuestros.

2 comentarios:

Fabián dijo...

Realmente curioso. Como padre de dos niños pequeños (uno de cuatro años y otro de un año) estoy seriamente preocupado por la educación de los niños.

Y eso de que nuestros infantes y adolescentes sean más sanos que los británicos puede ser cierto (o no), pero yo estoy aterrorizado por la aficción de mi hijo mayor a la Guerra de las Galaxias y juegos de ordenador. ¡Ya casi es un friki!

¿Culpa mía? ¿del escaso tiempo que tenemos para dedicar a los niños? ¿del entorno?

No lo sé. No hay carnet por puntos para ser padre, ni nadie te examina.

-Xv dijo...

No sé nada sobre adolescentes, excepto que a los ex-adolescentes tienden a no gustarnos y que es una etapa de mis hijos que no estoy esperando con impaciencia.

Respecto a los niños británicos y los de aquí, después de haber trabajado muchos veranos en una tienda en una zona turístca, tengo que darle la razón a este hombre: da gusto lo bien que se portan los de allí.

Por aquí (9 y 4), no ha habido nunca furor relativo a la Guerra de las Galaxias, pero si al ordenador. Ha habido etapas de uso razonable y otras de abuso adictivo y discusiones por ello. Un reloj de cocina al lado del ordenador es un chisme útil.

Yo soy de los que piensa que es mejor el ordenador que la tele. Y una de las mejores cosas que me han pasado es que nuestra tele se estropease en un momento en que no teníamos dinero para comprar otra: nos acostumbramos a vivir sin tele en el comedor y no echo nada de menos las discusiones sobre contenidos inapropiados, horas de dormir, exceso de tiempo dedicado... ¡Y en nuestra casa no ahorcan a nadie a la hora de comer!